lunes, 30 de enero de 2017

Iñaki Antón: «Si las bandas tributo gobiernan el panorama musical, será el fin»

Iñaki Antón enredando en la mesa de mezclas, cual DJ. (Foto: Mikel Masa.)


Justo un mes después de que Roberto Iniesta, Robe, lanzara su segundo trabajo en solitario, Iñaki Uoho Antón (Bilbao, 1964), la otra mitad pensante del grupo del látigo y la rosa, Extremoduro, editaba, al frente de Inconscientes, su segundo disco en una década, Quimeras y otras realidades (El Dromedario Records), uno de los mejores ‘artefactos’ de rock/rock del muriente 2016. Se trata de 15 canciones diseminadas a lo largo de dos cedés con un mismo aroma pero distinta temperatura rítmica.

Mientras que Robe sigue en la senda de la experimentación, el excompañero de Fito Cabrales en Platero y Tú vuelve a sus orígenes netamente roqueros. Un terreno que considera su hábitat natural. Lo acompañan en esta aventura el bajista y el batería del grupo extremeñovasco, Miguel Colino y José Ignacio Cantera, el teclista Aiert Erkoreka, un habitual en los conciertos de Extremoduro, y el vocalista y guitarra Jon Calvo, proveniente de Memoria de Pez. La gira arrancó el pasado 27 de enero en Santiago de Compostela y, de momento, los mantendrá en la carretera hasta finales de marzo.

P.– ¿En qué punto entre el mero divertimento y la responsabilidad de un grupo serio se encuentra Inconscientes? Extremoduro es la reina madre, y parece que apuestas como esta solo tienen cabida cuando ese grupo descansa. 

R.– Eso fue así en el primer disco, que surgió por divertimento y fue un arrebato, un desparrame, un patadón. Pero esta vez es distinto. Recomenzamos una andadura más próxima a la profesionalización. Hemos trabajado las canciones, en su preproducción, composición y arreglos, con mucho mimo y tomándonos el tiempo que ha hecho falta, hasta que nos han convencido. El disco está dividido en dos ambientes, para distintos momentos, pero con una misma filosofía de sonido y trabajo. No hemos querido hacer un puré ni una ensaladilla, sino algo con una coherencia y unidad.

P.– En resumen, que habéis hecho este disco mirando al futuro. 

R.– Mirando al futuro, sí. Dedicándole tiempo de nuestras vidas y disfrutando de ello.

P.– En ese sentido, ¿os habéis planteado hacer las Américas? Esa sí que sería la constatación de que vais a por todas.

R.– Yo me planteo hacer las Américas inmediatamente, lo que hace falta es que alguien en América tenga ganas de que vayamos allí.

P.– Antes, como es lógico, tendríais que sonar en esos países.

R.– Claro. Nosotros podemos pedir a la gente de la discográfica que lo mueva, pero no es fácil. Sí que es cierto que el tema de las redes sociales elimina muchas fronteras, o las difumina. Ahora mismo lo que estamos haciendo aquí puede ser visto en América, algo impensable hace unos años sin la edición previa de un disco. Pero sí, estamos al acecho de que allí ocurra algo con nosotros para visitar esos países y dar la lata. Nos encantaría.   

P.– Este
trabajo salió al filo del fin de año y es uno de los mejores discos de rock/rock de 2016. ¿Por qué es tan difícil encontrar hoy, en España, un buen disco de rock?

R.– Pese a que he pensado mucho en ello, no tengo una respuesta. Una razón podría ser que la gente joven le echa más horas a la tecnología que a la guitarra. Ahora los músicos tenemos muchos medios para plasmar lo que hacemos rápidamente, en un disco duro y con efectos. Y cuando trabajo con gente que empieza, detecto que pasan muy poco tiempo tocando entre ellos, creando en la intimidad, con la guitarra. Te dicen: «Mira, he hecho esto y lo quiero oír ya, le quiero poner efectos…», y todo ese tiempo que se emplea en el ordenador se le quita a la creación. Es la impaciencia; una tendencia social a consumir mucho y muy deprisa, y a querer hacer las cosas muy rápido. Y no me gustaría hablar como un abuelo cebolleta, pero los que empezamos en los noventa queríamos tocar, no queríamos cobrar. Ni siquiera soñábamos con vivir de ello. Eso era una quimera. Lo único que queríamos era hacer música y tocar, y a ello dedicábamos todo el tiempo que teníamos libre. Hay gente que me ha llegado a preguntar cómo tiene que ser una canción para que guste. Haces una canción para que te guste a ti. Y si es buena para ti, seguro que para alguien más también lo será.

P.– El rock siempre ha sido un género contestatario y estos son tiempos idóneos para protestar. ¿Por qué, entonces, siguen mandando el pop y el pop/rock?

R.– A mí me acojona ver cómo las instituciones, los políticos en general, han querido llevarse el rock a su terreno. «Nosotros somos guais y apoyamos el rock». Y creo que quienes hacemos rock debemos estar en el otro lado porque el rock es una forma de expresión en la que lo que importa es tocar los cojones y decir lo que no te gusta, molestar a tu vecino el de la corbata…

P.– Ser disidente. Oponerse.

R.– Eso es.
                                      
P.– Y no alinearse con ningún partido político, sea del color que sea.

R.– Eso por supuesto. Que una banda de rock esté cerca de un grupo político me acojona, ya te digo. 

P.– Por cierto, ¿sigue siendo el País Vasco la gran cantera del rock español?

R.– En Euskadi hay algo más de circuito que en el resto de España, pero ese circuito en el que tú montabas un grupo, como cuando nosotros empezábamos con los Platero, aquellos tiempos dorados de los gaztetxes, que aunque no cobrabas una pela tocabas todas las semanas, ya no es, ni mucho menos, lo que era.

P.– Imagino que la gran mayoría de los grupos vascos ha entendido que para poder llegar a todas las zonas de España debían cantar en español, puesto que el euskera es algo local y difícilmente exportable.

R.– Ha habido y hay grupos que eligen el euskera como vehículo de expresión. También depende mucho de cuál sea el idioma materno de quien escribe, o debería ser de importancia. No creo que sea una cuestión de elegir un idioma. Es, ya digo, una forma de expresión. ¡Y es tan difícil desnudarse en las canciones…!

P.– Pero quien tenga idea de crecer, de expandirse, me da igual el euskera que el catalán o el gallego, al final ha de entender que el español es el idioma que te va a permitir abrirte. Por no hablar de América Latina.

R.– Tienes dos opciones. En español puedes expandirte y ser escuchado y entendido en toda España y, ya apuntando muy alto, en Hispanoamérica, y en euskera vas a tener tu circuito reducido al ámbito de Euskal Herria y parte de Francia. Pero también es verdad que si eliges el euskera vas a empezar con más facilidad. En un lado de la balanza están las posibilidades de expansión y en el otro la inmediatez de poder comunicarte rápidamente. El idioma [en el que se canta], en cualquier caso, no debería elegirse, sino ser aquel en el que te expresas habitualmente. Y lo más auténtico es escribir en tu lengua materna sin tener en cuenta qué te conviene más.

P.– Sí, lo que sucede es que la música sí que es un lenguaje universal pero el lenguaje propiamente dicho no. La misma música puede ser entendida por alguien de Nigeria y por alguien de Pekín, pero eso no vale para el lenguaje.

R.– Exacto. Eso es cierto.

P.– Vamos con el disco. Este trabajo esmucho más hecho, en todos los sentidos (letras, sonido, producción…), que el anterior. Hasta el punto de que en algunos momentos parecen discos de dos grupos distintos.

R.– Hay dos factores que explican esa evolución. Uno es que el primer disco fue una cosa mucho más juvenil, aunque tampoco éramos tan jóvenes, y todo fue hecho muy deprisa. Y la grabación de este ha transcurrido, sin embargo, con mucho más reposo y cuidado, y eso es algo que se tiene que notar por fuerza. Y el segundo factor importante es que somos diez años mayores, y en ese tiempo hemos estado haciendo cosas y aprendiendo. 

P.– Si nos atenemos a la portada, los miembros de Inconscientes vivís en un mundo de «quimeras y otras realidades» y, a veces, os asomáis a este. ¿Es esa una metáfora de lo que significa vivir ‘en’ músico?

R.– Sí, perfectamente. Los músicos tenemos dificultades y nunca sabemos cómo nos vamos a ganar la vida ni qué va a ser de nosotros. A los músicos y toreros, a la vejez os espero. Pero tenemos la suerte de contar con nuestro propio universo, que es una palabra que aparece varias veces en el disco, nuestro mundo paralelo, en el que nos refugiamos, nos sumergimos y en el que, de alguna manera, nos protegemos.

P.– La idea del diseño es muy sugerente: una suerte de rieles de scalextric con acabados en madera. Además, jugáis con los conceptos e invertís el orden de los discos: el primero es Otras realidades (más rock) y el segundo, Quimeras. ¿Hay un trasfondo filosófico más allá del diseño?

R.– Jon, que fue quien lo diseñó, quiso jugar a que fueran caminos infinitos, que no se supiera bien dónde iban y que, como dices, tuviera algo de filosófico. Que la gente se sumerja en el disco y entre por esos pasillos y busque. La idea partió de la escalera de Escher [artista neerlandés de gran imaginación]. Pero nos gustaría que el diseño fuese interpretado como una letra abierta. Que cada cual piense qué le sugiere y no dar ninguna pista ni explicación. 

Iñaki, pura pasión, en pleno éxtasis guitarrero. (Foto: Tom Hagen.)

P.– Robe suma ya dos discos con su nombre. Tras Platero y Tú, Fito decidió defender su música en solitario. Tu primer disco después de Extremoduro llevó en principio tu alias (La inconsciencia de Uoho), pero enseguida te arrepentiste y lo cambiaste. En una lectura rápida podría pensarse que tienes miedo a hacerte famoso en solitario.

R.– No lo he pensado nunca. Lo estoy pensando según me lo preguntas y sí, me daría miedo, no quiero. Me gusta mi trabajo, me gusta hacer música, tocar. Y has dicho la palabra «famoso»… A mí me gusta andar por la calle como uno más.

P.– Quizá no haya empleado la palabra adecuada. Me refería a triunfar en solitario.

R.– No sé si quizá por los grupos de los que he bebido, Led Zeppelin, Deep Purple, Rolling Stones…, tengo más una idea de grupo, además de por la forma de trabajar. No me gusta defenderme yo solo y sí trabajar en equipo. Me parece muy bien que un artista en solitario sea un artista en solitario, y así debe ser. Pero no era, ni es, mi caso. 

P.– ¿Y en un futuro tampoco te ves en solitario? 

R.– A nivel personal no es una necesidad. Estoy contento haciendo las cosas como las hago. Fui muy feliz trabajando con Platero en su día, trabajando con Robe, y me gusta trabajar con Jon. Trabajar codo con codo con gente con talento te enriquece. No creo que yo tenga tanto que decir solo o que sea tan bueno que vaya a hacer algo mejor que trabajando, por ejemplo, con Jon. Trabajar con alguien de quien admiro su arte siempre va a ser enriquecedor. 

P.– En ese sentido, con Inconscientes atiendes a tus propios impulsos, a tu esencia, el rock clásico, y no tienes que trabajar a partir de las semillas de otro. ¿Volar sin Robe es como quitarse una tonelada de encima?

R.– Después de todos los años que llevamos trabajando tan intensamente, con una mente tan creativa, obsesiva y perfeccionista (y creo que él podría decir lo mismo, coma por coma, de mí), necesitábamos, o nos apetecía, darle un descanso a Extremoduro, a tanta intensidad. Él ha hecho las cosas a su manera porque le apetecía probar con distintos sonidos, ambientes, instrumentos, ritmos, y yo me he ido inmediatamente a hacer lo que me apetecía: rock directo que salga del estómago, pasando por el peaje del coco, al exterior.

P.– Eso también se notará en los conciertos. La responsabilidad cuando tocas para Extremoduro es mucho mayor, pues todo ha de ir calculado al milímetro.

R.– A la gente que hemos bebido mucho del blues y del rock nos gusta mucho ese punto de improvisación en el que pueden pasar cosas diferentes. En Extremoduro siempre intento mantener un momento en el que ocurra eso, pero es difícil. Son conciertos con mucha responsabilidad, para mucha gente, y lo que queremos, y a Robe le gusta, es que salga todo bien.

P.– Luego reconoces que los de Extremoduro son conciertos muy guionizados, con muy poco espacio para la repentización.
  
R.– Sí, aunque me consta que hay otra gente que los guioniza aún más. Tratamos de dejar cierto margen, pero sí. De alguna forma, están muy guionizados. Y en un concierto de Inconscientes pueden pasar cosas inesperadas.

P.– Robe parece estar preparando un plan de pensiones: con la música que está haciendo podrá tocar en teatros, incluso sentado. A ti, en cambio, sí podría tachársete de inconsciente, pues sigues instalado en el rock como un eterno Peter Pan. ¿No temes a la vejez?

R.– Puede que lo de Robe sea como dices. Tú lo has visto así, y yo no sé del tema lo suficiente para confirmarlo o desmentirlo. Ni soy quién. Lo que sí que está claro es que soy un inconsciente porque voy a gastar toda la gasolina acelerando. Es una insensatez, pero soy así. He visto a Chuck Berry liarla parda con 90 tacos. Me conformo con llegar acelerando a la edad de jubilación que le parezca al gobierno de turno.   

P.– Con Inconscientes tocarás para audiencias reducidas. ¿Es más arriesgado? Dylan dijo que tocar ante cien mil personas es como hacerlo para una sola, pero que si tocas para 50 cada una de ellas tiene entidad propia.

R.– Eso tiene fundamento. Cuando estás ante 50 personas ves a cada individuo, pero cuando estás ante treinta mil es un océano. Yo tengo un recurso, que es quedarme con alguien a quien le interesa el concierto. Más de uno fliparía si supiera que toqué un concierto entero para él. O ella. 

P.– Es bonito eso que cuentas: como una lucecita en medio del mar.

R.– Sí, por eso me encanta tocar en salas: por el contacto con la gente. Tener a alguien a solo tres metros. Tocar ante muchísima gente es más emocionante, pero también, no cabe duda, más impersonal. 

P.– Pide un deseo realista, relacionado con la música o la cultura, para este 2017.

R.– Alguna banda de rock joven, con talento, que venga pisando fuerte.

P.– ¿Aunque os haga la competencia?

R.– Sí. Nos tendríamos que poner aún más las pilas, pero llevo tanto tiempo esperando eso...

P.– No hay un relevo generacional.
                                                                                                                                 
R.– No, aún no lo hay.

P.– Al final, las bandas tributo van a gobernar el panorama musical. Qué triste.

R.– Si eso sucediera, sería el fin. Sin duda.




Gira Quimeras y otras realidades 2017

Febrero

            Viernes 3 – Pamplona (Zentral)
            Sábado 11 – Zaragoza (sala Las Armas)
            Viernes 17 – Oviedo (sala Sir Laurens)

Marzo

            Viernes 3 – Murcia (Garage Beat Club)
            Sábado 4 – Valencia (sala Rock City)
            Viernes 17 – Barcelona (Razzmatazz 2)
            Sábado 25 – Bilbao (Kafe Antzokia)
            Viernes 31 – Madrid (sala Penélope)


5 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Llorones porqué? Por decir la verdad? DE verdad crees que no hay grupos con talento en España? Alomejor esque las Salas y las empresas de management como la tuya no apuestan por esos grupos. Hay gente que apuesta por lo auténtico. Otros apuestan por el parné. esa es la diferencia

      Eliminar
    2. Anónimo, tienes toda la razón. Don´t feed the troll, no es más que un jeta de los que VIVEN A COSTA DE "artistas" tributo y pretende defender "lo suyo" (con derechos de autor ajenos).

      Eliminar
  2. Hay (quienes intentan el) relevo generacional, pero nadie lo apoya

    ResponderEliminar
  3. Òjala la industria haga caso a la música que hay en los clubs y que no son solamente tributos (aunque va quien quiere y punto), pero esa industria es la que le da a Kiko Rivera dos discos de oro......ahí si que estamos jodidos. No obstante, ese titular confunde, creo que eso no es lo que dice Iñaki precisamente.....

    ResponderEliminar