miércoles, 3 de agosto de 2016

Mientras ellas respiren

Portada del libro de Sandra Sánchez Preferiblemente vivas.

Que la literatura sea un lugar, quizá el único, en el que todo es posible no significa que no disponga de reglas, algunas de las cuales son, de hecho, de obligado cumplimiento. Por ejemplo, el narrador ―y no digamos ya el poeta― ha de saber siempre, independientemente de que los temas que aborde se escapen a cualquier acto empírico, caso del terror o la fantasía, de qué habla. Quiere esto decir que su andamiaje vital deberá dar forma y temperatura, en mayor o menor medida, a los personajes que diseña. ¿No pueden relatarse entonces los efectos demoledores de un desamor si no se ha padecido alguna vez ese huracán interior, o recrear una simple borrachera si quien lo hace es un abstemio de manual que nunca se ha agarrado una curda? Desde luego que sí, y las librerías están llenas de ejemplares que así lo atestiguan. Pero el resultado, aunque desde un punto de vista formal sea irreprochable, carecerá de alma.