Iñaki Uoho Antón. (Foto: María Martín Pareja.) |
Son
numerosos los títulos que Iñaki Antón (Bilbao, 1964) ostenta.
Fundador de Platero y Tú. Responsable, junto con Roberto Iniesta, de la música
de Extremoduro desde hace más de dos décadas. Guitarrista excelso y, en suma,
leyenda viva del rock español. El grupo que creó en 2006, Inconscientes, acaba
de publicar su tercer disco de creación, No somos viento, compuesto de nueve canciones
poderosas, sólidas, puro rock. Un trabajo coherente que reivindica a los clásicos y se desmarca del pop
teñido de rock de diseño que manda hoy día en las radios. Fito Cabrales, Kutxi Romero (a quien las letras le
deben mucho) y Carlos Tarque han dejado su impronta vocal en él.
Pregunta.– Tras una década de
inactividad, Inconscientes ha producido dos discos de estudio en menos de dos
años, uno de ellos doble. En total, 26 canciones. Ante tal derroche creativo
podría pensarse que Extremoduro coarta la creatividad de Iñaki Uoho o, al
menos, que no la sacia.
Respuesta.– Yo no lo veo del todo así. Si
algo me gusta de Extremoduro es que es un grupo en el que, musicalmente, cabe
todo, o casi todo; no hay más que dar un repaso a los discos para comprobarlo.
En ese aspecto, me parece un proyecto muy rico. Ahora bien, yo tengo, también,
la enfermedad del rocanrol, y es en Inconscientes donde puedo dar rienda suelta
a otra visión de la música y de las canciones, desde un punto de vista más
estrictamente roquero.
P.– Tienen vuestras nuevas canciones un
aroma inequívocamente clásico, deudor de Deep Purple y AC/DC. Puede parecer
contradictorio el que por más que abráis nuevos caminos desemboquéis siempre en
los mismos sitios, pero yo diría que es, incluso, lógico: la cabra
―está en su naturaleza― se lanza al monte.
―está en su naturaleza― se lanza al monte.
R.– Exacto. Y esa es, precisamente,
la función que cumple Inconscientes en la vida de sus miembros. Podemos abordar
diferentes estilos, o tratar de inventarlos, pero es en Inconscientes donde no
nos cortamos de disfrutar de nuestras influencias más primitivas, a las que
necesitamos dar salida.
P.– En los textos de No somos
viento has trabajado mano a mano con Kutxi Romero, líder de Marea y discípulo
aventajado de Robe. ¿A Inconscientes le faltaba enjundia lírica y de ahí ese fichaje?
R.– Lo que nosotros pretendemos es
ofrecer trabajos de calidad, y es en los textos donde pienso que teníamos más
margen de mejora, sí. Por eso hemos dedicado un espacio de tiempo generoso a
trabajar exclusivamente en ellos; para colocarlos, al menos, al nivel de
nuestra música. Ha sido muy enriquecedor, tanto desde el aspecto personal como
desde el creativo, abordar los textos a partir de ideas preconcebidas y
pulirlos con esmero y con paciencia. Kutxi domina muy bien el idioma, y vive
para escribir o, por lo menos, vive escribiendo. Aprendo mucho trabajando junto
a él y, además, me lo paso muy bien. No sé si es discípulo de Robe (me refiero al aspecto literario, que es
de lo que estamos hablando), pero su forma de trabajar los textos y su estilo
van por caminos muy diferentes. Diría, incluso, que bastante opuestos.
P.– ¿Agradecerán los seguidores de
Inconscientes, amantes de las frases inmediatas, directas, esa mayor
complejidad letrística?
R.– Hemos tratado, en general, de
no abusar de la metáfora que esconde, dejando que cada oyente o lector pueda
darle su propia interpretación a los textos, sí, pero dejando que se entrevea
el fondo para quien quiera buscarlo. No queremos hacer música en la que en dos
escuchas hayas descubierto todo, y con las letras tratamos de llegar a ese
mismo punto.
P.– La presencia en una de las
canciones («Lloverá») de tu antiguo compañero Fito Cabrales, con el que llevabas
años distanciado, ha sido una grata sorpresa. ¿El reencuentro fue un «decíamos
ayer», como si no hubiese transcurrido el tiempo?
R.– Sí, así fue. Parecía
totalmente (como le pudo ocurrir a Don Miguel) que habíamos estado juntos en el
estudio la semana anterior. Todo fue muy sencillo de hacer para ambos. Y muy
divertido.
P.– ¿Tuvisteis ocasión de hablar acerca
de colaborar en algo más ambicioso o esa etapa ya pasó para siempre?
R.– Aquello fue muy importante en
nuestras vidas, y en nuestro caso no puede pasar para siempre. Al menos,
permanece en nuestra memoria y en nuestros sentimientos. Hablamos de una
colaboración mía en sus conciertos de Bilbao, hablamos de la vida... Hablamos también, sí, de
Platero y Tú… pero en pasado, aunque con cariño. Batallitas de antiguos
compañeros que han vivido muchas cosas juntos y que se quieren.
P.– Durante años compaginaste Platero
y Tú y Extremoduro, y ahora te divides entre Extremo e Inconscientes. ¿El
pluriempleo es por gusto, necesidad o ambas cosas?
R.– No lo sé. Quizá sean ganas de
hacer cosas. Mientras quieras hacer cosas, estás vivo. Da igual que sea música,
cooperar en la otra punta del planeta, macramé, criar hijos o escribir tus
memorias aun sabiendo que no las leerá absolutamente nadie. Espero tener
siempre ganas. De lo que sea.
P.– En un mundo cada vez más
tecnológico, vives no ya de hacer música, sino rock. ¿Te sientes de una estirpe
en vías de extinción?
R.– Tal y como está el tema de la
música ahora mismo en el país, hay veces que sí. Pero se me pasa.
P.– De hecho, eres, te guste o no,
una «leyenda viva» del rock español. ¿Esa etiqueta pesa demasiado cuando abordas
un nuevo trabajo, sientes una responsabilidad extra?
R.– Creo ―porque las cosas del
interior nunca se saben con absoluta certeza― que no siento que yo pueda ser
alguien tan importante, y quizá eso me libere de mucha presión y me ahorre lo
que me imagino que tiene que ser una horrible trabajera: competir contra mí
mismo y contra el resto del mundo para ser la hostia. Eso me robaría la mayor
parte del disfrute que obtengo con mi trabajo.
P.– Como vasco castellanohablante,
¿entiendes el conflicto catalán? ¿Le ves solución?
R.– Respecto al conflicto, llamémoslo así, catalán, creo que la solución
es obvia: el respeto y la convivencia. Cuando el respeto decrece,
inmediatamente, los conflictos crecen. Si los políticos empiezan a respetar, lo
más probable es que la gente que les sigue les imite. Y respetar no es pedir respeto
a los demás: es empezar por uno mismo.
P.– La moción de censura
presentada por el PSOE prosperó gracias al apoyo nada desinteresado de una
amalgama de siglas y ya tenemos un nuevo Gobierno, por más que se inicie una
etapa de incertidumbre. ¿Te parece bien que Pedro Sánchez comande la nave o
crees que deberían convocarse elecciones para que sean los ciudadanos quienes
decidan quién debe hacerlo?
R.– No entiendo, ni quiero
entender, de política, pero a pesar de ello me atrevo a pensar que en una
situación tan excepcional como esta ―quizá la más excepcional de la era
democrática―, lo lógico es votar y reorganizar. Un político que tiene miedo a
unas elecciones en una situación así, acojona. Porque, sin duda, está diciendo
sin disimulos que le interesa más el poder que la ciudadanía. Con todo, deseo
que lo haga mejor que los anteriores por la cuenta que nos trae. No
debería ser difícil.
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