Portada del segundo trabajo discográfico de Inconscientes, el doble cedé Quimeras y otras realidades. |
El
2006 no fue un año en absoluto memorable para la música. Salvo Modern Times, de Bob Dylan, considerado
una obra maestra por la mayoría de la crítica especializada internacional, no
hubo ningún otro trabajo discográfico que diez años después merezca alabanzas
ni homenajes públicos o mediáticos. Ni siquiera, por llevarlo al extremo,
brindis íntimos frente a la chimenea.
En
España, sin embargo, se editó un disco que, pese a su escasa difusión, nos
levantó las antenas a muchos. Y no fue tanto por sus aportaciones musicales
―contenía once canciones de rock sólido y contagioso, aunque de pretensiones
eminentemente lúdicas― como por lo que suponía y anticipaba. El disco se
titulaba La inconsciencia de Uoho (Muxik) y llevaba la firma de Inconscientes,
grupo recién creado por el núcleo duro musical de Extremoduro, Iñaki Uoho Antón (Bilbao, 1964), Miguel Colino
(Portugalete, 1966) y José Ignacio Cantera (Bilbao, 1970), más la acertada
incorporación de un jovencísimo Jon Calvo (Amorebieta, 1985), guitarra y
vocalista proveniente de Memoria de Pez que asumió esas mismas funciones para
la naciente banda.
El
cuarteto vasco aprovechó la sequía compositiva de Roberto Iniesta, que en aquel
entonces había sido abandonado de mala manera por las musas, esas golfas que a
la mínima de cambio te la pegan con otro más joven y hambriento, para armar un
grupo con el que mantener la mente en forma. Ese primer trabajo fue concebido
como un divertimento y una excusa para rocanrolear y no pasó, ya digo, de la anécdota.
Pero dejó un embrión; unos puntos suspensivos que, al cabo de una década, han
tenido una continuación de mucho mayor peso y pegada: Quimeras y otras realidades (El Dromedario Records).
Inconscientes
está integrado por la formación originaria más el teclista Aiert Erkoreka
(Gernika, 1976), un habitual en las giras de Extremoduro. Solo que en este caso
no se han limitado a levantar un disco para llenar los huecos que el primer
grupo de rock del país deja en el calendario, como un trabajo alimenticio o de
temporada, sino que con él aspiran a la pervivencia. Para ello han entregado a
la causa lo mejor de su inspiración y destreza musical hasta culminar una obra
ambiciosa, fruto de la paciencia y de un exceso de celo que únicamente puede
hallarse en las vocaciones verdaderas, compuesta de 15 canciones repartidas a
lo largo de dos cedés con idéntico aroma aunque distinta temperatura rítmica.
Un «doble» grabado en los estudios MuxikOn (Munguía) y en la casa de Iñaki, y
cuya masterización lleva el membrete de calidad de los Metropolis Studios
(Londres).
En
una sociedad como la nuestra, caracterizada por la urgencia y la falta de
dedicación, en la que se busca siempre el atajo o la trampa y se rehúye el
esfuerzo, la actitud de estos cinco músicos románticos y clasicistas, que
anteponen el amor a su profesión a cualquier otro interés, merecería ser
premiada o, cuando menos, publicitada como un encomiable ejemplo a seguir.
Mucha
de la culpa de ese gusto por el detalle y el trabajo bien hecho la tiene el
fundador de Platero y Tú e ingeniero musical de Extremoduro, Iñaki, excelso
guitarrista y fino productor. Puesto que, después de 20 años conviviendo con el
éxito, mantiene intacta la pasión que lo embargaba en sus inicios, los
emocionantes ochenta, cuando fantasear con convertirse en quien hoy es era algo
no menos descabellado que pretender correr los 100 metros lisos por debajo de
los nueve segundos.
Esa
filosofía amateur, la de tocar por
tocar, por puro amor al arte, por el placer de sentir el instrumento como una
prolongación natural de uno mismo, se percibe nítidamente en todas las
canciones de este disco dual que reivindica la importancia de un rock de
músculo y nervio, sin ribetes innecesarios, igual de directo que un disparo a
quemarropa. Un rock de cinco estrellas, con guiños al rhythm and blues y debilidad por el sonido duro y la balada, que,
por increíble que parezca, supone una suerte de unicornio en la desnortada
España de hoy. Ya que, a pesar de que en estos tiempos que llaman poderosamente
a la protesta el rock se hace más necesario que nunca por su esencia
contestataria, es bien difícil encontrar buenos grupos de ese género y, en
cambio, tenemos ―y padecemos― sobreabundancia de bandas de pop y pop/rock.
La
bombilla, aunque parpadeante, se encendió hace diez años, pero es ahora cuando
empieza a alumbrar y se descapulla la fiesta. Háganme caso: no los pierdan de
vista. Sus canciones les harán felices.
¿Inconscientes?
¡Ja! Bendita inconsciencia.
Periferia de Bilbao, diciembre de 2016
Gira Quimeras y otras realidades 2017
Enero
Viernes 27 – Santiago (sala Capitol)
Sábado 28 – A Coruña (sala LeClub)
Febrero
Viernes 3 – Pamplona (Zentral)
Sábado 11 – Zaragoza (sala Las
Armas)
Viernes 17 – Oviedo (sala Sir
Laurens)
Marzo
Viernes 3 – Murcia (Garage Beat Club)
Sábado 4 – Valencia (sala Rock City)
Viernes 17 – Barcelona (Razzmatazz
2)
Sábado 25 – Bilbao (Kafe Antzokia)
Viernes 31 – Madrid (sala Penélope)
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