Dani Martín en un momento de su actuación en Las Ventas la noche del 26 de septiembre. (Foto: Javier Barbancho.) |
El primero de los dos
únicos conciertos de La cuerda floja, que el madrileño ofreció en una plaza
de toros al límite de su aforo, supuso un paseo triunfal bajo una lluvia de
grandes éxitos
Lo
de Dani Martín anoche en Las Ventas fue una exhibición superlativa de poderío.
El madrileño, que lleva ya 15 de sus 38 años subido a la nube que supone vivir
(muy bien) de aquello que más se ama, logró que los asistentes que colmaron el
coso, y que llegaron a él sobradamente seducidos, se dejaran seducir todavía
más por su verbo directo, su furia de eterno Peter Pan y, sobre todo, por el
bálsamo de unas canciones que se sabían de memoria, hasta la última de sus
comas.