Con Pau Donés y Pilar Cruz, del departamento de prensa de la discográfica Virgin, en el mítico bar La Vía Láctea (Madrid) en enero de 1999. |
(Publicado en la web Uppers el 23 de diciembre de 2020)
Pau Donés siempre se mostró agradecido con los dioses por el sitio que ocupaba entre la élite del pop/rock español, puesto que él sabía bien lo que era ganarse el pan con sudor y resignación fieramente humana. Hasta que le tocó el Gordo con «La flaca» fue un mortal más que tuvo que estudiar una carrera ―Económicas― y sobrellevar el peso de distintos trabajos puramente alimenticios: camarero, modelo ocasional, becario en un banco y ejecutivo en una agencia de publicidad. Su primer disco lo apartó del rebaño y lo convirtió en un privilegiado, pero nunca despegó los pies del suelo ni olvidó de dónde venía ni lo que su nuevo estatus significaba para quien, en sus horas bajas, llegó a pensar que era más fácil volar sin la ayuda de máquinas que poder vivir de las propias canciones. Esa eterna gratitud no le impidió hacerse con las riendas de su carrera desde que alcanzó el éxito, y a partir de ahí mantuvo una actitud artística y empresarial insobornable.