Un momento de la entrevista con Dani Martín en el madrileño Centro de Nuevos Creadores (CNC), la escuela de interpretación de Cristina Rota. (Foto: Javier González.) |
El
lugar que Dani Martín (Madrid, 1977) ha elegido para la entrevista no es en
modo alguno casual: la academia de interpretación en la que estudió en los
noventa, la de Cristina Rota. Allí, en un banco de madera a la intemperie que
aún resiste las acometidas del tiempo, se gestaron las primeras canciones de El
Canto del Loco, el grupo español de pop/rock que sedujo a miles de jóvenes ―y
no tan jóvenes― en la primera década de este siglo. Dani no regresa a su ‘alma
mater’ con las manos vacías, sino con su tercer disco de creación en solitario,
La montaña rusa (Sony Music), bajo el
brazo. Grabado en los estudios londinenses de Abbey Road, en donde sus
angelicales majestades los Beatles inmortalizaron casi todos sus discos, es su
trabajo más enérgico desde la disolución de ECDL y, también, el más doliente,
consecuencia de una doble ruptura sentimental que le hizo besar la lona. Y qué
quieren. Aquel muchacho con boca de metralleta y aliento indómito que se crió
en el madrileño pueblo de Alalpardo es hoy un hombre mesurado y con las ideas
nítidas, pero sigue siendo puro corazón.