Portada de Shadows in the Night, el último disco de Bob Dylan. |
Cuando
Frank Sinatra, cansado de ser universalmente conocido por un alias que insistía
en resaltar más la técnica que la personalidad, escupió aquello de «yo no vendo
voz, vendo estilo» no sólo dio en el clavo, sino que además retrató con precisión a toda una pléyade de artistas, de distintas épocas y ámbitos ―actores,
cantantes, escritores, periodistas, pintores, fotógrafos―, cuya genialidad
mayor consiste en ser ellos mismos y en haber tenido la capacidad (la
habilidad) de exportarlo, hacer buena caja con ello y atesorar, de paso, toneladas
de prestigio.