Roberto Iniesta, en Madrid, en un momento de la presentación en cines del concierto Robe. Bienvenidos al temporal. (Fotografía: Olmo Calvo.) |
Parece que
los días en los que Roberto Iniesta, Robe (Plasencia, 1962), dispensó a los
medios de comunicación la misma medicina que estos le habían dado a él, el
desprecio absoluto, han quedado definitivamente atrás. La década de ninguneo
que sufrió, la devolvió enterrando el teléfono idéntico número de años. Unos
años en los que los periodistas se lamentaron por no haber advertido antes que
el metal del que estaba hecho ese poeta y músico que manejaba con igual
maestría la lira y el bardeo, era oro puro. Pero eso, ya digo, pertenece al
pasado. En sus últimos trabajos, tanto al frente de Extremoduro como en su
caminar en solitario, ha levantado el veto
y ha charlado con los chicos no tan malos de la prensa. La razón de un nuevo
encuentro con ellos ha sido esta vez el estreno en salas de cine de Robe. Bienvenidos al temporal, un concierto, que saldrá en deuvedé y cedé,
confeccionado con fragmentos de tres de las actuaciones de la gira española del
mismo nombre que ofreció el año pasado. En concreto, las de Mérida (teatro
romano), Madrid (WiZink Center) y Barcelona (Palau de la Música). Ese concierto
se compone de las canciones que conforman sus dos discos en solitario, Lo que aletea en nuestras cabezas y Destrozares. Canciones para el final de los
tiempos, deudoras, por su calidad y belleza, de la música clásica. Robe
charla, en exclusiva para EL MUNDO, de eso y de otras muchas cosas con esa
lengua suya, un machete.